Ejercicio colectivo: Songs for distigue Lovers

Balbuceo

⊆ 3:31 by O | . | ˜ 6 comentarios »



Ya se sabe: pensar y hacer no son la misma cosa. Uno puede pensar “Yo a este tipo me lo cargaba” y no hacerlo; o puede pensarlo, ejecutarlo y luego confesar que lo hizo e ir a la cárcel de puro arrepentimiento. Por eso, yo añadiría un transitivo más a la lista. En realidad, se pueden dar tres pasos en el proceso: puedes pensarlo, decirlo y, finalmente, si te ves con ganas, llevarlo a cabo.

La mayoría de las veces, sólo lo pensamos [me comería un bombón]. Pero si le decimos a alguien “oye, tú me gustas”, estamos buscando una reacción en esa persona. Queremos, en cierto modo, que asienta, que nos invite a comprarlo o incluso que vaya ella misma a la pastelería y nos ofrezca el más delicioso de todos. Luego, incluso, uno puede comérselo y ya ha dado los tres pasos. Fin.

Se puede pensar [me voy}, luego decir “ya me voy” y no irse nunca porque cuesta mucho, porque la conversación, justo después de decirlo, se puso interesante, porque, de pronto, empezó a llover y decidimos esperar a que escampara...

El leguaje ofrece recursos para la restauración de nuestra identidad, de nuestra autoestima, de nuestro bienestar cotidiano, de nuestra intimidad, de nuestro porvenir (Bordelois, 2005). Decir algo, escribirlo, cantarlo, recitarlo implica necesariamente la presencia de alguien más que escucha y lee. Por eso cuando afirmamos en voz alta “mañana voy a dejar de fumar”, establecemos un compromiso con la futura acción, buscamos la presencia de un testigo que nos “obligue”, al menos por vergüenza, a cumplir con lo acordado.

A veces se dice demasiado, no queriendo decir justo eso. A mí me pasa. Pienso en decir algo, lo digo y luego, no llega al otro como yo quería. De la reacción, en este caso, ni hablamos.

Qué sé yo. A veces es difícil manejar las palabras. No todo el mundo nace poeta, de modo que habrá que ejercitarlas.

Con todo, decir lo que uno piensa, callar lo que uno piensa, no actuar sobre lo que uno piensa son decisiones propias. Pensar no, el pensamiento va distinto: se instala en la cabeza y ahí no hay nada que hacer: sólo rezar, cantar mantras o ver Perdidos.

Así, quien ama la palabra –quien sabe como usarla- provoca una reacción física en a quien va dirigida. A veces no hace falta que uno se desplace para lograr su objetivo y con sólo pensar [ ojalá ella volviera a casa] , decir (...)

¡Si supieras cuánto, cuánto
la casa y yo te queremos! (…)
Nunca podría decirte
todo lo que te queremos:
es como un montón de estrellas
todo lo que te queremos.

(Enrique Banchs: Balbuceo)
y esperar... Puede que ella recapacite, vuelva y hagamos el amor. Ya me contarán ustedes si uno vuelve a casa o no, después de que alguien le diga algo así. E igual, sólo hemos tenido que levantar el auricular del teléfono.
¡Ay, la palabra!


6 Responses to Balbuceo

  1. Lena Yau Says:
    Qué post tan bueno, Linternita....y que mono has dejado el blog.

    Si a mí me dijeran que me quieren como un montón de estrellas....pasarían muchas cosas.

    Un besito, Guapisima!
  2. Anonymous Says:
    Cada día escrbes mejor pero yo no sé si te entiendo...
  3. linterna roja Says:
    Gracias, Lena. Tú sabes que yo tenía una amiga bretona a la que llamaban Lenik? Significa lenita o la pequeña Lena.

    Siempre que apareces me la traes un poco.

    Besos
  4. Anonymous Says:
    Me enamoré. Ya está. Lo he dicho.
  5. linterna roja Says:
    Ja,ja.
    Pero no eres más que un rostro anónimo. Gracias por el cumplido al anterior, by the way.
  6. Anonymous Says:
    Qué balbuceo tan bueno, Linterna.
    Me alegro de reencuentro,
    por Tutatis!

    YK

= Leave a Reply